Esto quiere decir que trabajan desde el Corazón Único, desde esa energía que es la unidad de donde todo procede y mana para nutrir e impregnar todo lo que existe. Una energía profundamente amorosa, de compasión.
Esto es lo que el terapeuta esenio debe ser capaz de llamar en su propio corazón, debe habitarlo por completo, debe aprender a beber de esa fuente para que su propio corazón sea un manantial con el cual pueda saciar el corazón de aquella persona que pueda solicitárselo. Se debe buscar constantemente la Onda de sanación presente en el Todo .Y cuando hablamos del Corazón hacemos referencia a lo más profundo que habita a todo ser, es su centro, aquello que está conectado con el universo entero, aquello que trasciende esta forma material que habitamos pero que es lo que le da vida, sentido y coherencia.
Es esta energía la que va a actuar, la que va a restaurar y sobre todo a poner conciencia en el sistema de la persona que la recibe. Tal vez pueda pasar desapercibida porque no produzca resultados espectaculares, pero va a trabajar desde el fondo, desde ese centro. No se impone nada, solo se propone, se ofrece una luz de sanación que va a buscar la raíz del sufrimiento. Va a ayudar a revelarse más a uno mismo, a pacificarse y a sanarse profundamente y con total libertad.
Quiere decir que no va dirigida a los síntomas, sino que va mucho más allá, pues nace permanentemente de las profundidades de la Vida. Así va a nutrir esa Vida en nosotros a todos los niveles, sobre todo en aquel donde se encuentre la fuente de nuestro sufrimiento.
Del Corazón uno al Corazón del terapeuta y de este al Corazón del paciente para volver a la fuente estableciendo ese triángulo generador de Vida y salud, convirtiendo el acto de sanación en un acto sagrado, de servicio a la Vida. siendo una verdadera ofrenda.